Las tres reglas de oro para no engordar

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Es poco común que una mujer no haya hecho una dieta a lo largo de su vida y tampoco es nada extraño que no se haya conseguido adelgazar o bien se hayan perdido los kilos de más y recuperado con el tiempo. Y es que hacer simplemente una dieta e incorporar hábitos saludables en el día a día no es suficiente para conseguir el objetivo. La mente juega un papel fundamental para no engordar. Siguiendo tres reglas psicológicas se consigue tener un mayor control. Su ventaja es que son fáciles de aplicar y se pueden adoptar tanto para la rutina diaria como en vacaciones o a su regreso para quitarse el peso ganado.

Las reglas

Cuando se está de vacaciones o, a veces, los fines de semana, se suelen romper las rutinas y adoptar otra serie de hábitos. Esta ruptura no tiene por qué suponer un problema, pero siempre que no se cambie en su totalidad y se sigan una serie de consejos básicos.

Uno de ellos es hacer un desayuno completo porque es fundamental para poder controlar el hambre el resto del día y evitar desvanecimientos, así como comer cinco porciones o piezas de frutas y verduras cada día. El sueño también es importante para que el organismo funcione adecuadamente. Lo más recomendable es dormir unas siete horas.

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En el caso de no poder cumplir estas tres rutinas básicas y clave todos los días, tampoco hay que empezar a tener pensamientos negativos. Simplemente, hay que retomar la conducta adecuada y, sobre todo, tratar de no abandonarla ante cualquier excusa. Hay que ser consciente de que los kilos de más no son solo un problema de estética, sino también de salud.

Sin embargo, seguir las pautas alimentarias no siempre es fácil porque suelen apetecer alimentos que no se pueden comer con frecuencia o que están desterrados por completo de la dieta. Pero caer en una pequeña tentación no es negativo. Es más, ayuda a conseguir el objetivo de adelgazar porque se eliminan tensiones y nervios, aunque no se deben saltar las pautas habitualmente. Es algo que debe ser excepcional. Por ejemplo, un día se puede tomar un postre que apetezca y disfrutar de tomarlo. Luego, ya toca volver a la dieta.

Tanto en el caso de un capricho como si se han saltado las pautas saludables y se han cometido excesos, no hay que culpabilizarse. Nada se consigue con ello, solo favorecer que el ánimo decaiga. La clave está en poder compensar dentro de ese mismo día la comida. Por ejemplo, si el almuerzo ha sido copioso, se puede tomar una cena muy ligera o hacer un poco más de ejercicio ese día y, al día siguiente, volver a las pautas saludables.

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