El perfilador

El perfilador es uno de los grandes aliados para restar años a los labios. Y es que con el paso del tiempo, además de aparecer arruguitas, se desdibujan los labios y pierden grosor. De esta manera, es importante perfilarlos para definirlos.

Sin embargo, hay que tener cuidado con el uso del perfilador porque no se trata de hacer la boca excesivamente grande ni de adentrarse mucho en las arrugas. Simplemente, es ganar unos milímetros.

Además, la ventaja de utilizar el perfilador es que se evita que la barra de labios se desplace hacia las arrugas y se produzcan movimientos en el color, que contribuyen a desdibujar aún más los labios y son poco favorecedores.

También es importante que el perfilador que se utilice sea del mismo tono que el labial que se vaya a emplear para que quede bien difuminado porque los labios excesivamente perfilados ponen más años encima.

Color

Aparte del perfilador, igualmente importante es el color que se va a utilizar. Conforme se van cumpliendo años, resultan menos favorecedores los colores más oscuros y fuertes porque suman años.

Lo mejor siempre es apostar por tonos que sean más discretos como, por ejemplo, un rosa o nude y que sean también más luminosos. Incluso, una buena opción es el color rojo coral que está tan de moda, pero sin abusar de sus tonalidades más fuertes.

Y, antes de maquillar los labios, un buen truco para que la boca parezca más joven es hidratar bien los labios con un bálsamo labial para que parezca mucho más jugosa y también con más volumen.

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Agua

El agua fría es uno de los mejores remedios que hay en materia de belleza. La clave está en saberla utilizar. Y es que lavarse la cara no es un gesto tan sencillo como parece. El secreto está en comenzar con un primer lavado con agua tibia para acabar con un pequeño toque de agua fría.

Este sistema permite que la piel se limpie mejor y que los poros se cierren, además de contribuir a aportar mayor firmeza al rostro porque el agua caliente favorece la flacidez. Otro de los efectos positivos es que la piel está mucho más luminosa.

Perfume

A muchas personas les sucede que se ponen perfumes y, al poco rato, ya no notan el olor. Esto tiene una fácil solución que no es otra que hacer lo mismo que nuestras abuelas. Aquí la clave está en ponerlo en las partes del cuerpo en las que circula el torrente sanguíneo. En concreto, estas zonas son la cara interna de las rodillas y los codos, así como los tobillos y detrás de las orejas.

Colorete

Las abuelas, en general, no utilizaban colorete porque era un producto que, incluso, ni siquiera existía como tal. Sin embargo, sí que podían darle un toque rosado a sus mejillas. Era lo que se conocía como el rubor.

Y, ¿cómo lo hacían? Muy sencillo: con el labial, que se aplicaba en tres puntos estratégicos de la mejilla. Con él, se trazaban tres puntos con la forma de un triángulo para, posteriormente, extenderlos por la zona en pequeños toques.

Vaselina

Antiguamente, tampoco había fijadores y la laca no siempre era un producto accesible para todas las mujeres. Y, ¿cómo se solucionaban estos problemas de pelo rebelde? Se empleaba vaselina, que te puede ayudar en caso de apuro y de emergencia a mantener a raya el cabello.

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