¿Aceite corporal o crema hidratante?

Si alguna vez has dudado entre utilizar aceites corporales o cremas para hidratar la piel del cuerpo después de la ducha, lo cierto es que es, más bien, una cuestión de preferencias personales. Ambos productos cumplen perfectamente su función: hidratar y preparar la piel para soportar las agresiones del día a día: sequedad, flacidez, falta de firmeza…

Y como para gustos están los colores, te damos algunas pautas para que emplees mejor los aceites corporales, si es que eres de las que los prefieren a las cremas.

Las bondades del aceite

Para empezar hay que decir que no a todo el mundo le gusta la textura untuosa del aceite (yo misma considero que resultan un tanto pringosos). Sin embargo, no podemos negar sus múltiples virtudes. Además, si los aplicamos correctamente no tienen por qué resultar engorrosos.

El secreto está en aplicar el aceite cuando nuestra piel está aún mojada. De esta forma se crea una película que favorece que el aceite penetre en la piel, prolongando la acción hidratante. Si después esperas unos instantes y te secas ligeramente con una toalla, podrás vestirte sin temor a manchar tu ropa.

De rosa mosqueta, almendras…

Una de las ventajas del aceite corporal es su gran variedad. Seguro que encuentras el aceite que lleva los ingredientes activos que necesitas. A mí me gusta especialmente el de rosa mosqueta (hidratante, cicatrizante, capaz de aportar elasticidad a la piel), y también es muy bueno el de almendras dulces, con gran poder de hidratación (perfecto para zonas muy secas).

Un truco para las que no soportan la sensación pringosa del aceite y prefieren la crema: justo antes de aplicarte la crema, cuando ya la tengas en la mano, pon unas gotas de aceite de rosa mosqueta en ella, mézclala y aplícatela como siempre. No notarás la textura del aceite y te beneficiarás de sus virtudes.