Utilizar una base de maquillaje realmente es sencillo porque su aplicación se facilita mucho con las nuevas texturas que se van lanzando al mercado, la mayor variedad de tonos y las diferentes herramientas que hay para aplicarlas: desde los dedos de las manos a esponjillas o pinceles. Sin embargo, es común cometer una serie de errores que afean mucho el resultado y hace que no vayas bien maquillada.
Los errores y sus soluciones
Uno de los más habituales es el denominado efecto máscara. Seguramente, habrás oído hablar de él y se produce cuando se aplica el maquillaje y queda un borde entre el rostro y el cuello que hace que parezca que se lleva una máscara porque el color entre una zona y otra es diferente.
En estos casos, lo más aconsejable es elegir bien el tono de la base de maquillaje, de manera que sea lo más parecido posible al de la piel. Bajo ningún concepto se tienen que emplear colores que sean más oscuros ni aunque se quiera parecer morena o con la piel bronceada.
Para conseguir este efecto de piel tocada por los rayos del sol, no tienes que emplear el maquillaje sino los polvos sueltos, que se deben aplicar también por la zona del cuello y del escote, aunque con menor intensidad que en el rostro.
Y otro fallo muy habitual es utilizar demasiada base de maquillaje bien porque se quiere conseguir un tono más oscuro de piel o bien porque se desean cubrir determinadas imperfecciones. Pero el efecto que se consigue, en realidad, dista mucho de estos objetivos.
Para lograr una mayor intensidad, la clave está en trabajar muy bien la base de maquillaje, teniendo que ir aplicando poca cantidad y extenderla muy bien para luego ir añadiendo más base de forma progresiva, pero sin excederse, si es necesario. Y, si lo que se desea es cubrir imperfecciones, lo mejor es utilizar los correctores.