Los tratamientos estéticos afortunadamente van evolucionando para desarrollar métodos que son menos invasivos y con los que se consiguen mejores resultados. Es el caso de los que se emplean para los ojos, cuyas arrugas pueden reducirse sin necesidad de hacer un estiramiento de todo el rostro, logrando rejuvenecer la mirada. Eso sí, lo habitual es que se hagan sobre los 50 años o a partir de esa edad, aunque todo depende de la situación de cada persona.
Las técnicas
Una de las técnicas más utilizadas y que mejores resultados ofrece para rejuvenecer la mirada son los denominados hilos mágicos, que tienen la ventaja de que no dejan cicatrices ni se genera ningún tipo de rechazo. Este sistema permite atacar el problema de la flacidez en esta zona sin tener que pasar por los temidos quirófanos.
Y es que tan solo hay que colocar unos hilos tensores en la zona ocular como si fuera una malla tensora o de sujeción para levantar las cejas y alisar las patas de gallo. Aparte, este método tiene la ventaja adicional de que también favorece la producción natural de colágeno, que comienza a fallar conforme se cumplen años.
Otra técnica que también se está empleando mucho son las infiltraciones. En este caso, pueden ser de ácido hialurónico, que son de las más conocidas, así como de toxina botulínica, que ha sido durante años muy utilizada por los actores o actrices de Hollywood, entre otros rostros conocidos.
Pero, además, es posible hacer infiltraciones con colágeno, vitaminas o silicio, entre otros productos. El resultado y el objetivo que se consigue con cualquiera de ellos son similares puesto que se trata de rejuvenecer la mirada para lo que se incide en mejorar la firmeza de la piel de esta zona, así como su densidad.
Igualmente, las infiltraciones permiten hacer frente al aspecto cansado de la mirada, reproyectar las ojeras que son muy hundidas y que afean tanto la mirada, así como eliminar arrugas. Es un método que a su vez es efectivo para corregir la caída del párpado superior que se va produciendo con el paso de los años.
Pero, como en todo, lo mejor es ponerse siempre en manos de profesionales con la formación y las certificaciones reglamentarias para conseguir buenos resultados y no correr ningún riesgo.