Los polvos traslúcidos son un producto de cosmética que no siempre se utiliza bien. En general, suelen surgir muchas dudas en torno a su modo de empleo y las diferentes funciones que tienen. Pero no son las únicas cuestiones que hay que resolver antes de utilizarlo, porque hay que tener en cuenta que es un producto que no siempre es apto para todo tipo de pieles, aunque hay trucos que sí permiten su uso.
Tipo de piel
Conocer el tipo de piel que se tiene es fundamental para saber cómo utilizar los polvos traslúcidos. Y es que no es lo mismo una piel normal que una mixta o grasa o bien que sea seca e incluso muy seca.
Cuando el cutis es seco o muy seco es importante no pasarse en la utilización de los polvos traslúcidos para que no parezca que hay un efecto como descamación de la piel. Además, es importante también utilizar los polvos traslúcidos matificantes porque ayudan a prolongar el maquillaje.
Sin embargo, con la piel grasa los consejos de uso son diferentes. Lo mismo sucede con la piel mixta. En ambos casos, los polvos traslúcidos se pueden aplicar sin problemas porque controlan muy bien los brillos, sobre todo, lo que se denomina en la zona T de la cara. Es decir: la frente, la nariz y el mentón.
Zonas estratégicas
Aunque los polvos traslúcidos se suelen utilizar en zonas como la frente, la nariz y el mentón, lo cierto es que también puede emplearse en otras partes del rostro como los ojos y los labios.
En este caso, lo que hacen es conseguir que el maquillaje dure más tiempo, de manera que tanto la sombra de ojos como el pintalabios permanecen intactos más horas.
Y, sobre alteración del color, no hay por qué preocuparse porque, como son transparentes, no afectan a la tonalidad y no se notan.
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