Los correctores o antiojeras son un producto casi milagroso que nos ayuda a borrar las zonas oscuras de la piel y a corregir las impoerfecciones de forma que prácticamente no se noten.
El antiojeras es uno de los productos de maquillaje que más puede variar en su presentación. Puede tener forma de lápiz, ya sea de mina fina o gruesa, que son los indicados para aplicar en el límite de la ojera, cerca del lacrimal. También pueden presentarse en barra, similar a un lápiz de labios, que es el que más cubre. Podemos encontrarlo en aplicador de esponja o pincel, que es el más líquido y ligero y el que más versatilidad nos proporciona y finalmente también en crema, que normalmente va acompañado de agentes hidratantes para proteger la piel
Estos productos nos sirven sólo para borrar o disimular las ojeras, sino que se utilizan fundamentalmente para tapar las manchas producidas por el sol o las cicatrices de antiguos granos que podamos tener en diferentes partes del rostro.
Principales usos que les podemos dar:
– Para alcarar la mirada en la cuenca del ojo.
– Para armonizar con la parte inferior del ojo, aplicándolo debajo de las cejas.
– Para disimular las arrugas que se forman desde la comisura de los labios hasta la barbilla o desde las aletas de la nariz hasta la boca (los famosos surcos nasolabiales).
– Para esconder las rojeces (esas pequeñas venillas) en las aletas de la nariz.
– Para disimular las venitas de las mejillas sobre todo en las pieles con cuperosis.
– Para aclarar y dar relieve entre las cejas.
– Para disimular las ojeras, utilizando un pincel plano, aplicaremos un corrector claro por toda la zona y, sobre él, un tono más oscuro en el centro, difuminándolo bien.