El botox parece ser una de las sustancias más versátiles con las que cuenta la medicina estética para ayudarnos a estar más guapas. No sólo sirve para tratar las arrugas de expresión, rejuveneciendo así nuestro rostro, sino que también se puede utilizar para eliminar la sudoración excesiva e incluso para el tratamiento de las jaquecas.
Y casualmente fue este último uso el que ha permitido descubrir, casi por accidente, que el botox también sirve para nutrir e hidratar el cabello en profundidad, consiguiendo así reestructurando y permitiendo que podamos disfrutar de un cabello mucho más brillante, sano y fuerte, mejorando así nuestra imagen y haciéndonos sentir más guapas.
El descubrimiento fue accidental, ya que se produjo cuando Simón Ourian, un cirujano plástico estadounidense, aplicaba toxina botulínica en la cabeza de su madre para paliar sus jaquecas.
Durante este proceso, descubrió que el pelo se regeneraba rápidamente. Para confirmar este uso del bótox, el médico realizó un estudio de tres años de duración durante los cuales probó el tratamiento en pacientes voluntarios, al tiempo que añadía al bótox una mezcla de vitaminas para que éste fuera más efectivo, ya que cuando se aplica la toxina botulínica se dilatan los vasos sanguíneos, con lo cual los nutrientes introducidos con ella llegan con mayor facilidad a la base del cabello y contribuyen a estimular su crecimiento.
El tratamiento ha demostrado una gran efectividad a la hora de tratar las alopecias de tipo transitorio, que son aquellas debidas al estrés, a la ingesta de algún medicamento o a una deficiencia de vitaminas y minerales provocada por una alimentación desequilibrada. Sin embargo, aún no ha sido confirmada su efectividad en alopecias de tipo genético o androgénico.