Estamos habituadas a pensar que un tratamiento de belleza que nos dé buenos resultados tiene que ser caro y sofisticado, para nutrir, hidratar y cuidar nuestra piel de forma adecuada. Sin embargo, nada más lejos de la verdad, ya que en algo tan cotidiano como el agua fría podemos encontrar un tratamiento integral para nuestra belleza corporal, por su capacidad para hidratar, purificar y tonificar la piel.
Si quieres comprobarlo, utiliza el agua más fría que puedas resistir, pero no hasta el punto de que te resulte doloroso o demasiado incómodo.
El agua fría nos va a permitir tonificar esas zonas de nuestro cuerpo en las que es habitual experimentar flacidez, reactivando la circulación y tonificando los músculos. Por ello, es especialmente útil para las mujeres que sufren pesadez de piernas, retención de líquidos, etc.
Si combinamos el agua fría con el agua caliente, unos segundos cada temperatura, obtendremos mejores resultados. Este contraste de temperaturas del agua también te ayudará a reducir las celulitis, perdiendo volumen y ayudándote a moldear el cuerpo.
Si nuestro cabello está débil, quebradizo y sin brilla, mantenerlo durante treinta segundos bajo el chorro de agua fría en el último aclarado lo fortalecerá y le aportará un extra de brillo. También nos ayudará a regular la producción de grasa del cuero cabelludo, cerrando las glándulas sebáceas, por lo que es un remedio muy efectivo para quienes tengan el cabello muy graso.
Si tu pelo es demasiado fino o te resulta muy incómodo dejar correr el agua fría sobre tu cabeza, puedes introducirla en un spray y rociar el cabello con ella. Para mejores resultados, después de llenarlo de agua, mételo en la nevera y utilízalo después.
El agua fría aplicada sobre el rostro cierra los poros, y logrará que nuestra piel quede más suave y más luminosa, dándonos un plus de juventud.