Una de las rutinas de belleza más importantes para mantener nuestro cutis suave, luminoso y retardar la aparición de arrugas y otros signos de la edad es la limpieza diaria de nuestra piel. Lo ideal, si podemos, es llevarla a cabo dos veces al día, y si no, por la noche, para permitir a nuestro cutis respirar y regenerarse.
Aunque se trata de una rutina sencilla, es importante, al realizarla, evitar algunos errores que, sin darnos cuenta, pueden reducir los efectos beneficiosos sobre nuestra piel de la limpieza diaria. Aquí te dejamos algunas claves:
– No te excedas en la limpieza: Basta con limpiar la piel del rostro dos veces al día y, si tenemos la piel muy sensible o reseca, lo mejor es realizarla sólo por la noche. De lo contrario, corremos el riesgo de resecar en exceso la piel e irritarla, enrojeciéndola y haciéndola aún más sensible a los agentes externos.
– Utiliza productos adecuados a tu tipo de piel: Esto es muy importante para no estimular la producción de sebo si tenemos el cutis graso o aumentar la resequedad si lo tenemos seco. Si nuestra piel es muy sensible, deberemos evitar aquellos productos limpiadores que contienen fragancias artificiales, y utilizarlos lo más naturales posible.
– No te laves con agua muy caliente o muy fría: Lo mejor es hacerlo siempre con agua templada.
– No presiones con la toallita o el algodón: Cuando nos sequemos, deberemos pasar la esponjilla, la toallita o el algodón por todo el rostro, y no dejarlo secar al aire o a medio secar, ya que ello produce, a la larga irritación en la piel. Al secarnos, aunque arrastremos la toallita o la esponjilla, no deberemos presionar, especialmente cuando nos sequemos los pómulos o los contornos de los ojos, ya que, al hacerlo, tiramos de la piel, favoreciendo la aparición de arrugas.