La limpieza del rostro es un paso esencial para mantener nuestra piel joven, oxigenada y libre de espinillas y puntos negros. Lo ideal es realizarla por la mañana y por la noche, pero si no tenemos tiempo para ello, debemos elegir la noche, para preparar la piel para el descanso nocturno.
Si queremos sacar el mayor partido a esta limpieza, no sólo deberemos utilizar los productos correctos, sino también respetar el orden en el que deberemos aplicarlos, para evitar que algún producto evite que el siguiente se absorba o resulte menos efectivo.
Para empezar utilizaremos la leche limpiadora, eliminando así los restos de maquillaje y suciedad. La textura del producto dependerá de tu tipo de piel (leche si es seca o jabón si es grasa) , y debes atender especialmente a la sensibilidad de tu piel para evitar que se reseque o enrojezca.
Si quieres, puedes utilizar un tónico, aunque no es imprescindible. Su función es calmar la piel después de la limpieza, por lo que puedes utilizarlo si la notas irritada.
Si tienes más de treinta años es aconsejable aplicarse después un sérum, Antes no es aconsejable utilizarlo, ya que su función principal es reafirmar la piel, actuando en las capas profundas, y antes de la treintena no suele ser necesario aplicarlo. Si tu piel es aún joven, puedes pasar directamente a la mascarilla o a la crema hidratante, dependiendo del tiempo que tengas.
La crema hidratante debes aplicártela aunque tengas la piel grasa, ya que incluso este tipo de piel necesita mantenerse hidratada para lucir con toda su belleza. Lo mejor es elegir una hidratante para el momento del día en el que la utilices (noche o día) porque su formulación es distinta.
Para terminar, si tienes arrugas en el contorno de los ojos, es el momento de aplicarlo en esta zona, para disminuirlas y rejuvenecer tu mirada.