Una mirada potente, seductora y atractiva, es lo que todas las mujeres queremos conseguir. Y para ello tenemos a nuestra disposición un interminable repertorio de instrumentos: eyeliner, lápices de ojos y cejas, sombras en mil formatos diferentes… Emplear cada producto de la manera adecuada y según el efecto que queramos conseguir es imprescindible para lograr el éxito.
Y, a la hora de delinear los ojos, hemos de tomar una decisión: apostar por el lapicero de toda la vida (aunque las versiones actuales están totalmente modernizadas) o elegir el trazo líquido de un rotulador. Te contamos cuándo utilizar cada uno y lo que puedes conseguir con estas herramientas.
Practica y triunfarás
El rotulador, y también el eyeliner líquido que se aplica con ayuda de un pincel extrafino, tienen una ventaja importante sobre el lapiz de ojos: una vez trazada la línea (para lo cual necesitarás buen pulso) ya no tendrás que preocuparte. Los retoques son innecesarios, puesto que estos productos son mucho más resistentes y no se alteran al cabo de las horas. Si bien es cierto, el efecto conseguido resulta algo más duro. Además, es necesario que tengas un mínimo de práctica a la hora de usarlos, para que la línea quede igual de gruesa en todo el recorrido por el párpado móvil. Utiliza un espejo de aumento y fija tu brazo en un punto para que no te tiemble la mano. Cuando le cojas el truco, podrás dibujar rabillos increíbles al más puro estilo Cleopatra.
La alternativa, si no te convence el trazo limpio y depurado del eyeliner, es el lápiz de ojos, mucho más untuoso y también más fácil de aplicar, ya que si no aciertas a la primera, siempre puedes retocar la línea para hacerla más gruesa, más recta o destacarla más. Gracias al lapicero, la mirada queda menos dura, más difuminada. Es una de las bases para conseguir unos smokey eyes de infarto.
En cualquier caso, y sea cual sea tu elección, ambas opciones permiten lograr miradas muy atractivas y especiales, tanto para el día como para un maquillaje más sofisticado y nocturno.