La palabra carbón, normalmente, no está vinculada con la belleza y, cuando se pronuncia, se tiende a pensar en su uso como fuente energética o bien en los Reyes Magos que lo traen por Navidad a quienes no han sido niños buenos. Sin embargo, aunque parezca increíble, tiene excelentes aplicaciones en belleza que van más allá del nombre que se le puede poner al rimel o al lápiz de ojos para indicar ese negro extremo. Y es que sus propiedades son muy beneficiosas tanto para aplicarlas sobre la piel como para ingerir determinados productos que lo contienen.
Sus claves
En belleza, se está comenzado a utilizar cada vez más el denominado carbón activo. Y es que este producto tiene unas grandes propiedades desintoxicantes y purificadoras por lo que es ideal para limpiar poros y el rostro, sobre todo, cuando se tiene el cutis graso o bien concierta tendencia a grasa y mixto.
La clave de sus ventajas en estos casos radica en que tiene un mayor poder de absorción de la grasa y de la suciedad que cualquier otro producto. Un motivo por lo que está siendo más habitual encontrarlo en mascarillas purificantes y en cremas específicas para pieles grasas y mixtas, así como en limpiadoras de la piel.
Los beneficios del carbón activo van más allá de su uso directo sobre la dermis a través de productos cosméticos, ya que también se ha demostrado que tiene beneficios para tratarse por dentro.
Sí, has leído bien. El carbón también se puede ingerir. De hecho, desde hace muchos años se ha venido empleando en medicina para tratar intoxicaciones por su poder desintoxicante y purificador.
Tomado a través de diferentes productos tiene esos mismos beneficios en el organismo. Por ejemplo, se puede ingerir a través de zumos, siendo de gran ayuda además para aliviar la hinchazón, reducir el colesterol, blanquear los dientes o retrasar el envejecimiento.
Aparte de en zumos, también se preparan otra serie de productos comestibles con él como helados y es posible incorporarlo a la cocina de forma sencilla, sobre todo, a través de ensaladas.