El blush es uno de los productos que es de los más agradecidos en cosmética y maquillaje. Y es que es como el rimel. Con solo aplicarlo cambia el rostro y pasa a estar más vivo e iluminado. Sin embargo, no siempre se usa adecuadamente porque no se tiene en cuenta el tono de la piel ni si se está bronceada o no, que es uno de los errores más habituales en esta época del año. Aquí te damos las claves para que le saques el máximo partido a este producto.
Piel bronceada
Cuando se está bronceada, ya se suele tener buen aspecto y lucir un rostro saludable de por sí. Sin embargo, en estos casos, también es posible utilizar el colorete. Prácticamente, pueden emplearse todos los tonos, aunque no están aconsejados aquellos que sean más claros que la piel. Cuidado hay que tener también con todos aquellos que son tierra porque van a pasar más desapercibidos, lo que puede redundar en un efecto menos favorecedor.
Por el contrario, los polvos de sol son perfectos porque realzan el tono del bronceado y los rasgos. De esta manera, se convierten en perfectos para el verano. Además, otra de sus ventajas es que son muy fáciles y cómodos de aplicar.
Pieles claras
En el caso de que la mujer tenga la piel clara, los tonos rosa palo o melocotón son los más idóneos con el fin de poder iluminar el rostro de una manera natural. No obstante, si se quiere un resultado más sofisticado, lo más idóneo es que el tono sea lo más parecido al de los labios.
Además, si estás dentro de este grupo de mujeres, también deberás prestar especial atención a la textura del colorete. La mejor apuesta es un producto ligero porque hace más difícil cometer errores ya sea por exceso o defecto al dar luz al rostro.
Rostro apagado
En aquellos casos en los que la dermis esté apagada, hay que optar por los tonos coral o albaricoque para que se le aporte luminosidad y se vea más alegre. Siempre hay que evitar los colores rosas y los demasiado oscuros. Para aquellos estilismos más sofisticados o bien para la noche, se puede elegir un blush que tenga ligeros destellos o partículas doradas con las que se consigue una dosis extra de de luz.