A la hora de aplicarnos la base de maquillaje, uno de los elementos que nos va a permitir aplicarla mejor y lograr que dure más en perfecto estado es la esponja. Utilizarla no es complicado, pero para lograr un acabado perfecto debemos seguir una serie de pautas a la hora de aplicarla.
Habitualmente se piensa que sólo se puede utilizar la esponjilla para aplicar una base de maquillaje líquida, pero no es así, ya que podemos utilizarla también para las bases en crema e incluso para aplicar el corrector, algo que hacen habitualmente los maquilladores profesionales.
En cuanto al tipo de esponjas a utilizar, las más aconsejables son las de látex y dependiendo de la zona donde queramos aplicar el maquillaje utilizaremos unas u otras. Para las zonas más difíciles, como la nariz, la zona cerca de los ojos o el mentón, lo mejor es utilizar esponjas triangulares, que nos permitirán controlar el lugar de la aplicación. Para las zonas más amplias, como la frente, las mejillas o el cuello, las redondas son mucho más útiles.
En cuanto a humedecer o no la esponja, dependerá del efecto que queramos lograr. Si queremos aplicar sólo una ligera capa, como cuando nos maquillamos de día, es mejor mojarla, ya que de ese modo se distribuirá mejor la base. También es aconsejable mojarla si tenemos la piel muy seca, ya que la hidratación que proporciona la humedad de la esponja ayudará a que el maquillaje no destaque las líneas de expresión. En los demás casos es mejor utilizar la esponja seca, al igual que cuando aplicamos el corrector.
Es aconsejable también poner un poco de base sobre la esponjilla y después aplicarla sobre la piel. No debemos poner demasiado, sino una pequeña cantidad y si es necesario repetiremos. El mismo procedimiento seguiremos para aplicar el corrector.