Al menos un par de veces al día nos ponemos ante el espejo para aplicarnos crema en el rostro, bien sea nutritiva, antiarrugas u otro tipo. Es un gesto casi mecánico y muy pocas de nosotras nos paramos a pensar en cómo lo estamos haciendo. Aunque no existe una técnica única, sí es bueno seguir una serie de pautas al aplicarlas para, de ese modo, obtener el máximo beneficio que nos proporciona la cosmética. Al hacerlo es muy importante no estirar la piel del rostro, ya que ese gesto, repetido a menudo, puede terminar causando la aparición de arrugas, sobre todo alrededor de los ojos.
Antes de comenzar a aplicarnos la crema, es necesario que nos hayamos limpiado la piel del rostro, preferiblemente con agua, para de ese modo eliminar las impurezas y permitir una mejor absorción de la crema. Seguidamente nos secaremos bien la piel, sin frotar sino de forma muy suave con una toallita o un tissue.
Comenzaremos siempre a aplicarlas por la frente, para seguir después por las mejillas y terminar en la barbilla, del centro hacia fuera y lo haremos con movimientos profundos pero no fuertes. Podemos, al tiempo que aplicamos la crema, masajear el rostro con las yemas de los dedos para estimular la circulación y, de ese modo, oxigenar la piel. Al aplicarla en el contorno de los ojos deberemos hacerlo siempre con pequeños toquecitos para ayudar a la eliminación de las bolsas e impedir la formación de arrugas. Al aplicarnos la crema en el cuello utilizaremos movimientos ascendentes, aplicando un suave masaje, desde el escote a la barbilla.
Es importante recordar que, si tenemos zonas en el rostro con un exceso de vello facial, no deberemos aplicarnos la crema en ellas, ya que esto podría causar el aumento del mismo en el rostro