A diario nos utilizamos varios tipos de cremas en distintas ocasiones: antiarrugas, hidratante, limpiadora, bronceadora, con protector solar… por la mañana al levantarnos, por la noche al acostarnos… se ha convertido en un gesto tan cotidiano y habitual para nosotras que pocas veces reparamos en la forma en que lo hacemos. Sin embargo, la manera en la que nos las aplicamos tiene gran importancia, ya que de ella depende que no nos aparezcan más arrugas en el rostro o que no se marquen más las que ya tenemos o que el producto actúe eficazmente.
Los pasos que debemos dar para aplicarlas correctamente son los siguientes:
Después de haberte limpiado el cutis, lávate de nuevo las manos y sécatelas bien. Coge una pequeña cantidad de crema y ponla en la palma de la mano. Frota las manos suavemente, para conseguir que la crema adquiera tu temperatura corporal y después aplícatela en la cara.
No debes estirar nunca la piel de la cara al hacerlo, sobre todo en la zona de las sienes, pero los movimientos para aplicarla deben ser siempre ascendentes.
Por ello, debes, por ejemplo comenzar aplicándotelas en la barbilla, para extenderla hacia el pómulo y llegar hasta las sienes o desde la punta de la nariz hacia frente, intercalando las dos manos.
Es importante que utilices siempre las dos manos para aplicar la crema, para lo cual deberemos dejar el frasco a un lado, ya que muchas veces, por prisa, no soltamos el frasco y nos aplicamos la crema de cualquier manera.
Cuando te apliques cremas en el escote y el cuello, debes hacerlo siempre en sentido ascendente, hacia la cara y con suaves masajes para, al tiempo que te aplicas la crema, activar la circulación.