El cabello es uno de esos aspectos de nuestro cuerpo con el pocas estamos contentas. Cuántas veces hemos visto una melena lisa, perfecta y hemos pensado ¡quién tuviera el pelo liso y no estas ondas! O, frente a un pelo rizadísimo y salvaje no hemos exclamado un ¡vaya pelazo!
A pocas nos gusta nuestro pelo, sobre todo a las que tenemos unas ondas o rizos rebeldes que nos traen de cabeza y nos hacen pasar unos cuantos minutos de más delante del espejo. Pues ha llego el momento de soltarnos la melena y dar gracias por nuestros rizos porque se llevan.
Dominar la melena
Una de las razones por la cual no valoramos una melena rizada, sobre todo si es la nuestra, es por lo mucho que nos cuesta dominarla. El rizo puede parecer mucho más caprichoso que un pelo lacio pues cuando le queremos dar una dirección concreta siempre se va donde quiere o porque por mucho que lo peines siempre vuelve a su estado natural.
Una melena excesivamente lacia presenta la misma problemática, sobre todo a la hora de fijar un recogido un unas ondas, una tarea titánica. El rizo es mucho más domable de lo que pensamos, sólo hay que encontrarle el punto y aprender unos cuantos trucos que nos harán el peinado más sencillo.
Utilizar unos productos adecuados para nuestro tipo de cabello es básico. El rizo requiere mucha más hidratación que el cabello lacio por tanto es importante utilizar mascarillas específicas para el cabello rizado. A la hora de peinar la melena, dependiendo del rizo que queramos darle, debemos utilizar o no productos para fijar o secador.
Una onda natural, secada al aire (o a muy baja temperatura y potencia con el secador) tiene un encanto innegable pero siempre es adecuado aplicar una cera o serum que selle el cabello sin que sea visible. Una melena salvaje requiere un poco más de paciencia. Las espumas para rizar deben aplicarse por todo el cabello y luego, boca abajo, darle volumen al pelo con los dedos o un disfusor.