Cuando una chica joven se maquilla por primera vez, el proceso puede parecer algo complicado, dada la gran variedad de productos que existen en el mercado, cada uno con texturas, características y aplicaciones diferentes. Sin embargo, maquillarse sacando partido a los propios rasgos para conseguir un rostro bello y radiante es bastante sencillo, sobre todo siguiendo algunas pautas que nos sirvan como guía.
Lo primero que haremos será aplicarnos una base de maquillaje para armonizar el tono de nuestra piel. Para ello elegiremos una que se parezca lo más posibles a nuestro tono de piel, que luego aplicaremos de forma uniforme por el rostro y el cuerpo.
Después, si tenemos ojeras, utilizaremos el corrector, en un tono un poco más claro que el de la base. En este punto debemos tener en cuenta que si utilizamos un corrector de colores, como amarillo o verde, deberemos invertir el orden de aplicación, utilizando primero el corrector y después la base, para cubrir las zonas de aplicación del primero.
A continuación maquillaremos los ojos, aplicando siempre la sombra más oscura en la zona del párpado móvil, para darle profundidad a la mirada y después la base más clara en el arco de la ceja y finalmente aplicar el delineador en el interior o exterior del párpado, según nos guste más el resultado. Para las pestañas utilizaremos el rímel, aplicándolo desde la base de las pestañas repasándolas dos o tres veces, para que adquieran longitud y volumen.
En los pómulos aplicaremos el colorete. Para saber dónde hacerlo, frunciremos los labios como si fuéramos a dar un beso y aplicaremos el colorete hacia la sien en la zona que resalte más. Los colores tierra o rosados suelen quedar bien en todo tipo de piel.
Finalmente sólo nos queda utilizar la barra de labios, en tonos rosados o nacarados para conseguir un look natural.