Tenemos tantos productos de belleza a nuestro alcance, todos con propiedades tan variadas que, muchas veces, cuando acudimos a un establecimiento de cosmética, no sabemos cuál adquirir. Esto se produce sobre todo cuando tenemos que elegir entre la crema y el suero, ya que no sabemos cuál será más efectivo para nosotras o más adecuado para nuestro tipo de piel. Una vez que los conocemos, la elección se vuelve mucho más sencilla.
La crema está especialmente indicada para las pieles secas, por su textura más grasa, que hidrata nuestro rostro, eliminando la sensación de tirantez y sequedad que suele aparecer después de lavarnos la cara. Al tener una textura más densa, nos protege más de las agresiones exteriores, por lo que es aconsejable utilizarla en invierno o cuando nos encontramos en ambientes muy secos.
El sérum, por el contrario, tiene una textura mucho más fluida. Al no contener grasa, además, no tiene propiedades hidratantes, por lo que, para que el cuidado de la piel sea completo, debemos aplicarnos una crema hidratante después del sérum. Esto es importante especialmente en verano, para proteger nuestra piel del sol, ya que por su formulación el sérum tampoco contiene factor de protección solar.
La ventaja de esta falta de hidratación es que el sérum se absorbe mucho más rápidamente, y nunca nos dejará la piel brillante ni sensación de grasa en la misma.
Sus principios activos están mucho más concentrados que en la crema, por lo que basta una pequeña cantidad de producto para disfrutar de sus efectos.
La efectividad de la crema y el sérum es la misma. La única diferencia entre ambos es que los del sérum se pueden apreciar con más rapidez por su mayor concentración de principios activos, por lo que resultan muy eficaces para una cura intensiva.