Doble mentón: trucos para evitarlo

doble menton
Por exceso de grasa o kilos, genética o simplemente por el paso del tiempo, es habitual que en las mujeres aparezca el denominado doble mentón. Prevenirlo es posible, al igual que acabar con él una vez está ya ahí.

Los trucos

Como siempre la mejor arma es la prevención. Por eso, es especialmente importante fijarse bien en la crema que se aplica en esa zona para evitar que aparezca o bien que vaya a más. La mejor opción es emplear los cosméticos que sean densificantes y reafirmates para evitar la caída y no perder tono facial. En el caso de que sea consecuencia de grasas, la elección de la crema pasa por elegir aquellas que son reductoras y específicas para esta parte del cuerpo.

Y, si la crema es importante, no lo es menos su aplicación. Para estos casos, la clave está en dar un masaje desde dentro hacia fuera del cuello y de abajo hacia arriba, teniendo que completarse con movimientos en la zona de la mandíbula en forma de círculos ascendentes y en dirección desde la barbilla hacia las orejas.

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También es fundamental hacer gimnasia facial con ejercicios específicos. Uno de los más efectivos es poner los puños debajo del mentón y presionar hacia arriba mientras la lengua se dirige hacia el paladar. A su vez hay que hacer fuerza como si se quisiera abrir la boca. En esta posición hay que estar unos cinco minutos para luego volver a repetir.

Si son precisos tratamientos más específicos porque con los consejos anteriores no desaparece, quedan los métodos en centros estéticos. Uno de ellos es la radiofrecuencia para evitar el descolgamiento y la mesoterapia para quitar las grasas, así como el láser lipolítico.

No obstante, en dobles mentones de mayores dimensiones o más avanzados puede ser aconsejable poner hilos tensores o bien realizar un lifting en esa zona. Otras opciones son la liposucción o hacer una cirugía de papada.

Y, siempre, cuidarse para que no aparezca por la grasa, siendo aconsejable eliminar de la dieta o tomar con mucha moderación dulces, azúcar, alcohol, grasas animales como carne procesada o embutidos o lácteos sin desnatar.

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