Si alguna vez te has hecho mechas en el pelo, seguro que conoces el término balayage. Desde que se pusieron de moda, no han dejado de estar en alza y siguen siendo una de las claras tendencias para el cabello. Y no es para menos porque se consigue un acabado muy natural, además de dar luz al pelo y, en consecuencia, también al rostro. Y, ahora, esta técnica, procedente de Francia, ha vuelto a ponerse de moda con la denominación de French balayage. ¿En qué consiste? ¿Hay realmente algún cambio? ¿Sigue siendo tan favorecedora? Esta y otras repuestas te las resolvemos a continuación.
Sus claves
Las French balayage se caracterizan por tener un acabado natural. De hecho, si están bien realizadas, no se nota que se llevan. Esto permite lucir un pelo con gran belleza con brillo y viveza, además de aportarle más profundidad y relieve, con independencia del corte de pelo o melena que se luzca.
Además, otra de sus ventajas es que necesitan poco mantenimiento al tener un color muy natural, lo que evita tener que acudir a la peluquería cada poco tiempo para hacer los retoques y no se noten las raíces.
Esta técnica se puede aplicar a todas las tonalidades de pelo, incluidos los más oscuros, ya que las mechas balayage se funden totalmente con el cabello y su tono natural. El efecto así no genera contraste.
Esto permite a su vez que se puedan personalizar totalmente para cada mujer en función del tono de su pelo e, incluso, sus rasgos faciales y tono de piel. No obstante, se consiguen muy buenos resultados en aquellos casos en los que es posible utilizar los llamados tonos honey o miel porque son de los que más luminosidad aportan al pelo y al rostro, al igual que los colores avellana.
Estos tonos son también una buena opción para el verano por el efecto iluminador sobre la piel, quedando como si se hubiera tomado un poco el sol.
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