Últimamente están apareciendo muchos términos en inglés que se están empleando para denominar a diferentes técnicas de maquillaje. Cada una de ellas tiene unos secretos y claves, aunque todas presentan un eje común: se utilizan para salir más guapas en las fotografías. Algo que tiene mucho que ver con el auge de los selfies. Si en días atrás te hemos hablado del contouring, del nuevo contouring o del strobbing, ahora le toca el turno al baking. Otra opción más a tener en cuenta, pero siempre que no la lleves al extremo máximo porque, entonces, se consigue un aspecto muy poco natural.
Las claves
Realmente, la técnica del baking es bastante antigua, aunque ahora vuelve a estar de moda. Y es que sobre todo era empleada por los actores de teatro, así como por las drag queens, de ahí su importancia de no pasarse en su aplicación para no parecer que se va a actuar o subirse a un escenario.
Los pasos que se tienen que dar en el baking son sencillos y se precisan pocos cosméticos. Tan solo hay que tener iluminador, corrector y polvos translúcidos. No es necesario más.
La técnica es muy simple. En primer lugar se tiene que aplicar el corrector y el iluminador en las zonas del rostro que se quieran resaltar, poniendo y extendiendo una capa generosa de cada uno de ellos.
Una vez se ha terminado este proceso, es el turno de los polvos translúcidos. En este caso, hay que aplicar igualmente una capa abundante por todo el rostro haciendo uso de una esponja para poner una mayor cantidad de producto.
Posteriormente, se tienen que dejar pasar unos 20 minutos aproximadamente, para luego comenzar a retirar la cantidad sobrante y definir bien los bordes y el contorno para evitar el efecto careta. Y ya se estaría lista para tomarse las mejores fotografías.