¿Verdad que a la hora de vestirnos nos fijamos en la forma de nuestro cuerpo para elegir lo que mejor nos queda? Pues con el maquillaje ocurre lo mismo, en función de la fisionomía de nuestro rostro y de las partes que suelen destacar debemos optar por un tipo de maquillaje u otro.
A cada tipo de rostro y a cada parte del mismo le sienta mejor un maquillaje que otro. Para sacar el mayor partido posible a nuestra belleza natural debemos conocer nuestro rostro para poder resaltar lo bueno y disimular lo no tan bueno.
Dime cómo es tu rostro…
Si tus labios son muy finos, tus ojos muy redondos o tus pómulos muy marcados, debes adaptar la manera de maquillarte a estos aspectos pues pueden hacer que tu rostro cambie radicalmente.
Piensa también la forma de tu rostro, si es más bien redondeado, cuadrado u ovalado. Cada característica de nuestro rostro puede disimularse o subrayarse. Por ejemplo si tu rostro es muy redondo, marcando los pómulos con un polvo autobronceador mate aplicado en diagonal bajo el mismo conseguirás afinarlo.
Si tienes los labios muy finos, utiliza perfilador para darles forma y un poquito de grosor, si tienes los ojos muy redondos alárgalos con la ayuda de un lápiz de ojos aplicado únicamente en la punta. Estos trucos ayudan a darle a nuestro rostro la forma que deseamos y resaltar nuestros puntos fuertes.
La elección de los colores que utilizamos a la hora de maquillarnos también son muy importantes porque, dependiendo de nuestra tez, nuestro color de ojos y nuestro color de pelo, nos sentarán mejor unos tonos que otros. También la forma de nuestros párpados y nuestros labios aceptan mejor unos tonos que otros. En general los tonos neutros o suaves son más llevables y, unos ojos ahumados, siempre son una buena opción, tengas el rostro que tengas.