Pequeños trucos para tener una piel radiante

trucos piel radiante
A veces la piel aparece apagada y con síntomas de fatiga como consecuencia de etapas en las que se ha estado sometida a mucho estrés, entre otros factores. Sin embargo, hay personas que lucen un cutis así prácticamente todos los días, aunque no estén sometidas a esa presión o circunstancias especiales. Para estos casos, hay una serie de trucos que se pueden adoptar para que el rostro esté siempre resplandeciente y, que por supuesto, igualmente son útiles para esos días en los que te notes menos radiante.

Consejos

La clave no es otra que adquirir buenos hábitos para su cuidado. En primer lugar es muy importante la limpieza de la piel, que debe hacerse todos los días, aunque no te maquilles. No hay que olvidar que el rostro acumula suciedad a raíz de la contaminación, calefacciones, aires acondicionados… Lo recomendable es utilizar productos específicos de acuerdo con el tipo de piel que se tenga, ayudándose de cepillos de limpieza facial para retirar también células muertas.

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Las cremas son un factor fundamental igualmente. Es importante aplicar un sérum, sobre todo, si ya se ha pasado de los 30 años, así como productos de hidratación o nutrición, entre otras opciones, en función de la piel. Es conveniente utilizarlos durante el día y la noche. Además, para las pieles que ya son de una determinada edad es importante introducir cremas que incluyan fórmulas bioenergéticas que restituyen la energía que les va faltando a las células con el paso del tiempo.

Y, por supuesto, hay que darse masajes en el rostro. Siempre se piensa que son técnicas más adecuadas para el cuerpo, pero la cara también precisa de estas atenciones, al igual que el cuello. Basta con coger un poco de crema y distribuirla por las manos, que tienen que colocarse sobre el esternón para ir deslizando por el cuello hacia arriba para llegar a las mandíbulas.

En el caso de la cara, hay que realizar ligeras presiones con las yemas de los dedos en las comisuras de los labios, las aletas de la nariz y bajo los pómulos. Luego, con las manos abiertas y colocadas sobre el rostro, se debe ir desde la barbilla hacia la sien, en dirección ascendente.

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