A la hora de elegir una mascarilla para el rostro, podemos llegar a perdernos ante diferentes tipos existentes y sus diferencias según el tipo de piel y el resultado que se quiera conseguir. Para que puedas elegir la que más te interesa utilizar sobre tu rostro, aquí te contamos en qué consiste cada una de ellas a modo de guía informativa. Y es que es importante utilizarlas y deben formar parte del ritual de belleza, al menos, una vez a la semana.
Las mascarillas
Con independencia de la textura, ingredientes… se puede hablar de que hay cinco tipos diferentes de mascarillas. Una de las más conocidas es la denominada mascarilla limpiadora, que no hay que confundir con la limpiadora facial para uso diario. A veces, en algunas marcas, también se denomina como mascarilla purificante. Aunque su uso está principalmente indicado para las pieles grasas, lo cierto es que otros tipos de pieles también pueden emplearla, ya que son muy efectivas para eliminar puntos negros, que no siempre están relacionados con las pieles mixtas y grasas, y limpiar más en profundidad la piel en casa que en el día a día, pero sin que se pierda hidratación.
Otro de los tipos de mascarilla que existen en el mercado es la exfoliante. Esta también es muy importante. Su principal función es la de eliminar las células muertas, ayudando también a que se renueven. El resultado es un rostro más luminoso. Está indicada para todo tipo de pieles.
La mascarilla hidratante es otro de los tipos que podemos encontrar. El objetivo que se busca con este producto es hidratar la piel más en profundidad para que pueda recuperar luminosidad. Y, aunque son más indicadas para pieles secas, lo cierto es que igualmente pueden utilizarse con otros tipos de pieles, ya que hay momentos en los que la piel está peor hidratada como, por ejemplo, durante el invierno por las calefacciones. No obstante, si no tienes la piel seca, no hay que abusar.
Dentro de la gama de mascarillas para el rostro también está la nutritiva. Su función es devolver al rostro un aspecto más fresco. Estas suelen estar especialmente aconsejadas para pieles secas porque el resto de tipos de piel no es habitual que las necesite.
Y, finalmente, hay que hablar de la mascarilla reafirmante que es obligatoria cuando se pasa de los 30 años. Como su nombre indica, su principal objetivo es el de reafirmar la piel para que tenga un aspecto más descanso y más joven y se empiecen a combatir los primeros signos de la edad.