Si queremos tener la piel suave, hidratada y retrasar todo lo posible la aparición de arrugas y otros signos de la edad, es importante que nos apliquemos una crema facial específicamente formulada para nuestro tipo de piel y para nuestra edad.
Para que la aplicación de las cremas sea auténticamente efectiva, no sólo debemos hacerlo de forma correcta, sino que también es esencial que las conservemos de forma correcta, para mantener la acción de todos los principios activos incluidos en su formulación. Aquí te dejamos una serie de consejos para lograrlo:
– Si abres un tarro de crema y ves que presenta cambios de color o que los ingredientes parecen haberse separado, o emite un olor extraño o desagradable, debes tirarla, ya que suele deberse a la aparición de bacterias en la misma o a que se ha secado, y no sólo no tendrá ningún efecto positivo sobre tu piel si te la aplicas, sino que corres el riesgo de que te produzca alguna reacción cutánea o la aparición de acné por la diseminación de las bacterias.
– A la hora de conservar tus cremas, es importante que estén en algún lugar seco y protegidas de la luz, especialmente si son tarros transparentes, ya que a veces la luz puede estropearlas. También asegúrate de cerrar bien cada tarro o bote después de usarlo, porque el aire también puede estropearlas.
– El calor también es un enemigo de las cremas, por lo que resulta aconsejable guardarlas en la nevera, en verano por el calor natural y en invierno por la calefacción. Esto debe tenerlo en cuenta sobre todo o si preparas tú misma cremas o mascarillas naturales.
– Ten en cuenta la fecha de caducidad del producto. Algunas cremas duran tres meses, otras tres y otras un año. Cuando haya pasado este tiempo, tíralas, para evitar posibles reacciones cutáneas adversas