Transplante de cejas


A muchas mujeres nos ha sucedido que, cuando se llevaban las cejas finas, nos las hemos depilado, bien con cera o con pinzas hasta dejarnos unas cejas casi imperceptibles. Sin embargo, la moda ha cambiado y ahora se llevan las cejas más espesas, y nosotras nos miramos al espejo y lamentamos haber tirado tanto de pinza.

Sin embargo, la moda no es la única causante del despoblamiento de nuestras cejas. La alopecia, la edad o las cicatrices o ciertos problemas hormonales también pueden eliminar el vello en esta zona, una de las más destacadas de la cara.

Una solución para dibujarlas es marcarlas con un lápiz de ojos lo más parecido al tono de nuestras cejas, pero, por muy bien que lo hagamos, no conseguimos darles un aspecto natural. Afortunadamente, la cirugía estética nos ayuda, mediante el trasplante de cejas.

El trasplante se hace con nuestro propio pelo, es completamente indoloro, es definitivo y no deja cicatrices, además de conseguir un aspecto muy natural.

La técnia consiste en tomar una pequeña tira de piel de la nuca, la más parecida a la de las cejas, de la que se extraen los pelos con su raíz, que serán implantados uno a uno en las cejas, siempre siguiendo la dirección natural del vello. La técnica no es dolorosa porque se realiza con anestesia local.

Después de la operación, tendremos una pequeña inflamación y deberemos evitar la exposición al sol, pero al cabo de poco tiempo nuestras cejas habrán recuperado su aspecto normal. Eso sí, deberemos recortar el vello implantado cada cuatro semanas, porque crecerá al ritmo normal del pelo de la cabeza, que es un poco más rápido que el vello de la cara.

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