Tener bien hidratada la piel es fundamental para lucir un cutis perfecto y evitar que los efectos del paso del tiempo se noten antes de lo debido. Sin embargo, no siempre se le proporcionan los cuidados básicos y esenciales para mantenerlo hidratado. Aquí contamos todos los pasos que tienes que dar en el día a día y otros mimos extra para la piel, que son fundamentales, al igual que dormir bien y lo suficiente y, por supuesto, beber agua.
Cuidados diarios
Normalmente, las mujeres tienden a pensar que con aplicar la crema hidratante tras lavarse la cara por la mañana ya es suficiente para mantener el cutis bien hidratado. En realidad, no es así. Cada mujer necesita para uso diario un total de tres productos diferentes.
Una de ellas es la crema de día, que además debe tener filtro solar –mejor si son de las que llaman pantalla total-, para evitar las arrugas, así como la sequedad y deshidratación que también producen en la dermis los rayos solares. Este producto, igualmente, debe incluir en su formulación ácido hialurónico y antioxidantes como el retinol.
La crema de noche, aunque muchas mujeres no la emplean, es totalmente esencial porque durante las horas de sueño la piel se regenera y los cosméticos hacen más efecto. En este caso, el producto elegido debe tener propiedades regenerantes.
Y, finalmente, está el contorno de ojos, que es otro de los productos que suelen olvidarse hasta que aparecen las primeras arrugas. Un olvido que se produce a pesar de que es una de las partes del rostro en la que antes se aprecian las líneas de expresión. Con independencia del estado de la piel, a partir de los 30 años es clave utilizarlo.
Mimos extra
Con la rutina diaria puede ser suficiente para tener la piel bien hidratada. Pero no está de más proporcionar unos cuidados adicionales. Una buena opción son las mascarillas nutritivas que a su vez aportan una mayor luminosidad a la dermis y redensifican el cutis.
También es conveniente hacer un peeling facial o exfoliación para eliminar las células muertas y renovar la piel. Una práctica que tiene que hacerse una vez a la semana o bien cada quince días, en función de las necesidades de la dermis.