La piel, aunque se cuide, siempre está sometida a los agentes externos, frío, calor… se ve afectada por la alimentación, el estrés, la falta de sueño… y un montón de factores más que influyen en que pierda su buen aspecto. Unas situaciones en las que se puede hacer una mascarilla facial para hidratar la piel y contribuir a calmarla de las afecciones que producen todos esos factores y que, habitualmente, se traducen en picor, rojeces, pequeñas zonas con granitos… Una de las mejores alternativas es preparar esa mascarilla en casa con productos 100% naturales y que, seguro, que tienes en la despensa. En caso contrario, no hay ningún problema porque son muy fáciles de encontrar en supermercados y tiendas.
La mascarilla
Esta mascarilla es bastante sencilla de hacer. Su elaboración se basa en solo tres productos: pepinos, avena y miel. El primer paso es cortar, pelar y triturar aproximadamente medio pepino hasta que quede como una especie de pasta muy ligera, que debe mezclarse bien con una cucharada de miel. Una combinación a la que, de nuevo, hay que añadir otra mezcla: una cucharada de avena molida.
Con los ingredientes bien ligados, solo toca aplicarla sobre el rostro para que haga efecto. Su aplicación es como la de cualquier mascarilla –no hay que olvidarse de limpiar previamente la piel-, y el tiempo de espera es de alrededor de 20 minutos.
Una vez finalizado este período, hay que retirarla con agua, mejor tibia, hasta que no quede ningún rastro. Con hacerla una vez a la semana, puede ser suficiente aunque, si se tienen muchas molestias, es posible hacerla dos veces cada siete días aproximadamente.
La verdad es que los resultados se notan en seguida porque los tres productos tienen propiedades muy beneficiosas para la piel, destacando su capacidad refrescante y de hidratación, además de la nutrición que aporta la miel.