De entre todos los métodos de depilación que tenemos a nuestro alcance, el más popular tanto entre hombres como entre mujeres es, sin duda, la cera, sobre todo porque es más duradero que la cuchilla o que las cremas depilatorias pero más económico que la depilación eléctrica y láser. Sin embargo, cuando decidimos depilarnos con cera, nos encontramos con que existen multitud de tipos de la misma, y no siempre sabemos cuál debemos elegir. Nosotros te mostramos cómo hacerlo.
Las ceras se pueden dividir en tres grandes grupos:
– Cera caliente: Es aquella que se presenta en estado sólido y que necesita ser calentada a una alta temperatura para, una vez derretida, aplicarla sobre la piel. A continuación se espera a que se enfríe, aunque no demasiado, y una vez lo haya hecho, se retira de la piel. Para aplicarla con seguridad es necesario que la piel esté en buenas condiciones.
Está especialmente indicada para vello muy fuerte en cualquier parte del cuerpo. Aunque se puede reutilizar, siempre es conveniente esterilizarla antes de hacerlo.
– Cera tibia: No contiene cera de abeja y cuenta con la ventaja sobre la anterior de que no es necesario calentarla. Se aplican con espátulas o instrumentos parecidos y después se retiran con tiras de papel o de tela. Se usa para todo tipo de vello en cualquier parte del cuerpo.
– Cera fría: Se aplican directamente sobre la piel y está especialmente indicada para quienes no tienen buena circulación en las piernas. Esta cera debe aplicarse sólo en zonas de piel resistente, por lo que no es aconsejable utilizarla en el rostro o en la ingle, donde la piel es más delicada. Tampoco debe aplicarse en aquellas zonas donde se tenga mucho vello.
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