Los zapatos de tacón alto, las malas posturas al caminar, zapatos demasiado estrechos… todo ello a la larga resulta una auténtica tortura para nuestros pies que desembocará en la aparición de callos, que además de antiestéticos resultan muy dolorosos. Para evitar esto, además de cuidar nuestro calzado, debemos cuidar nuestros pies.
Liberarnos de ello o evitarlo es mucho más sencillo de lo que parece, ya que sólo tendremos que utilizar algo que todas tenemos entre nuestros accesorios, aunque no le prestemos mucha atención, como es la piedra pómez.
La piedra pómez es una piedra de origen volcánico, de ahí su textura porosa con tantos huecos. Es precisamente esta estructura la que nos va a permitir mantener nuestros pies sin callos y exfoliarlos de forma correcta, para dejarlos bellos y suaves.
Utilizar la piedra pómez es muy sencillo, ya que sólo deberemos introducir los pies en agua tibia durante unos diez minutos para lograr que la piel se ablande, lavarlo con un jabón que tenga un PH neutro y tomar la piedra y frotar en aquellas zonas donde la piel presente callosidades o durezas, siempre haciéndolo de forma circular y siempre con suavidad, ya que si presionamos demasiado, los poros y bordes que presenta la piedra pueden arañar la superficie de nuestros pies.
Cuando el jabón se vaya absorbiendo o los pies se vayan secando, ya que el proceso nos llevará tiempo, deberemos humedecer de nuevo tanto los pies como la piedra, para evitar que el proceso de exfoliación sea desagradable.
Cuando hayamos terminado sólo tendremos que secarnos bien los pies y aplicar una loción especial para suavizar las durezas de los pies. De ese modo se irán ablandando hasta la próxima sesión de exfoliación, que debe hacerse de dos a tres veces por semana.