Si queremos lograr una piel suave, joven y luminosa, un paso imprescindible para lograrlo es exfoliarla regularmente. Mediante este proceso, eliminamos las células muertas, dejando que la piel se renueve y eliminando las impurezas que provocan la aparición de granitos, sobre todo en zonas como la espalda o o brazos, así como de espinillas y puntos negros.
Exfoliar la piel es muy sencillo. Si no tenemos tiempo, podemos hacerlo en la ducha, con un buen guante de crin, aunque cuidando de no irritar la piel. Pero si tenemos tiempo, podemos dedicar una sesión a nuestra piel y lograr una exfoliación completa que, además, nos va a permitir conseguir un bronceado más bonito y uniforme.
Recuerda que no debes exfoliarte la piel si tienes quemaduras producidas por el sol o erupciones o irritaciones de cualquier tipo, así como si tienes cortes o heridas. Deberás esperar a que desaparezcan para poder exfoliarte.
Para preparar la piel, nos frotaremos el cuerpo con una esponja o un cepillo de body-brushing en seco, comenzando desde los pies y llegando hasta el cuello para favorecer la circulación de la piel.
A continuación métete en la ducha, humedece la piel y aplícate el producto exfoliante por todo el cuerpo, de nueve comenzando desde la planta de los pies hasta el cuello. Es mejor que no utilices este producto para la cara, sino uno específico para el cutis.
Para la espalda nada mejor que aplicar un poco de producto en un cepillo y llegar así a todos los lugares a los que con la mano no podemos alcanzar. Nos frotaremos realizando masajes circulares, para estimular la circulación y oxigenar la piel.
Para terminar, aclárate con agua tibia y luego fría. Cuando salgas de la ducha, sécate bien y aplícate una crema hidratante para suavizar tu piel.