En una entrevista de trabajo la cara que muestres a tu “futuro” jefe es de gran importancia, ya sabéis eso de “la primera impresión es la que cuenta”. Se debe proyectar confianza, fuerza, competencia y profesionalidad. Ir bien vestida y maquillada ayudará a transmitir este mensaje. Tómate tu tiempo para maquillarte, nada de prisas. Extiende muy bien el maquillaje y difumina el colorete cuidadosamente.
Coge un espejo de aumento y elimina los pelos rebeldes de las cejas (o cualquier pelo que veas). El contacto visual en una entrevista es fundamental así que no te pases con la sombra de ojos, debes lucir una mirada limpia. Utiliza tonos marrones o beige y poca máscara de pestañas. Después de aplicarte la máscara pasa un cepillo de pestañas por las mismas para eliminar posibles grumos.
Ni se te ocurra utilizar gloss para los labios. Aplica un tono natural en acabado semimate, el rosa es el color más apropiado. Tampoco puedes usar un maquillaje que brille. Las bases ligeramente rosadas van muy bien para la iluminación fría de algunas oficinas.
El colorete debe ser de un tono similar al de los labios, rosa claro bien difuminado. Si eres de las que se pone muy nerviosa en las entrevistas lleva en el bolso polvos sueltos translúcidos para retocarte antes de la entrevista así como kleenex para absorber el sudor o los brillos antes de retocar.
Llega unos minutos antes de la hora de la entrevista. Además de causar una buena impresión podrás solucionar cualquier imprevisto de última hora (pintalabios en los dientes, una mancha inoportuna…).
El pelo es mejor llevarlo recogido con una sencilla goma del pelo. Ni que decir tiene que lo fundamental es que lo lleves impecablemente limpio y si llevas tinte a ser posible evita el efecto raíz.
No olvidemos que lo más importante es la actitud, no te muerdas las uñas ni te muestres distraída. Presta atención tu interlocutor y contesta a las preguntas con firmeza y simpatía, que se note que eres una mujer segura de tí misma y que mereces el puesto.