Uno de los requisitos imprescindibles para lograr un cabello fuerte, brillante, sano y cuidado y es conocer cuál es nuestro tipo de pelo y, una vez que lo sepamos, aplicar los cuidados necesarios para ese tipo específico, no sólo en cuanto a los productos utilizados, sino también en lo que respecta al lavado, uso o no del secador, etc. También deberemos tener en cuenta que, a lo largo de nuestra vida nuestro tipo de pelo también cambia, por lo que es necesario que estemos atentas a dichos cambios para proporcionar a nuestro cabello los mejores cuidados.
Si tenemos el pelo sano, fuerte y brillante, para conservarlo de ese modo deberemos lavarnos con agua templada y utilizar un champú con un PH en torno a cinco. Si nuestro cabello tiene tendencia a la resequedad, de vez en cuando deberemos utilizar un champú hidratante para combatirla.
Si tienes el cabello seco, habitualmente te encontrarás con que se vuelve áspero y quebradizo, perdiendo su brillo. Para evitar esto, lo mejor es que utilices champú y acondicionador a base de aceites naturales, como oliva, almendra o jojoba. Si tu cabello es muy seco, aplica una mascarilla hidratante a la semana para nutrirlo y devolverle el brillo. Cuando lo laves, en el último aclarado utiliza agua fría para ayudar a cerrar las cutículas y de ese modo evitar las puntas abiertas.
En caso de que nuestro pelo sea graso, es importante que sólo lo lavemos cuando esté sucio, porque un lavado demasiado frecuente incrementará la cantidad de grasa del cabello. Cuando lo laves, no te frotes demasiado el cuero cabelludo. Es aconsejable utilizar un champú que te ayude a regular la producción del grasa del cabello para lo cual, una vez que te lo apliques, debes dejar que actúe durante unos minutos para terminar aclarándote con abundante agua.