No todos los cosméticos son igual de efectivos para conseguir mejorar y aprovechar sus ventajas en la piel. Hay una serie de componentes que son clave y que no pueden faltar en las cremas que se aplican para que realmente se note un efecto positivo en la dermis con su uso cotidiano.
Los componentes
Aparte de los ácidos cosméticos de los que en alguna ocasión hemos hablado, hay otra serie de activos que no pueden faltar en las cremas para que realmente aporten beneficios a la piel, siendo también conveniente que figuren en la composición en un porcentaje o cantidad determinado.
Dentro de estos componentes destaca la vitamina C, que es responsable de la luminosidad de la piel, así como de la estimulación de nuevo colágeno y de reducir la inflamación celular. Aparte también propicia la regeneración de la vitamina E, que es clave para prevenir el envejecimiento. Pero para aprovecharse de todos estos beneficios, es importante que figure en la fórmula activa de la crema o producto de cosmética y con un porcentaje de concentración, como mínimo, del 8%.
El retinol es otro activo que no puede faltar, sobre todo, si lo que se quiere es luchar contra el envejecimiento porque es muy eficaz para prevenir el fotoenvejecimiento, arrugas o manchas en la piel, entre otros efectos beneficiosos. Sin embargo, en este caso hay que tener cuidado con la cantidad que contiene el producto, siendo recomendable optar por los de dosis bajas de concentración, puesto que también es irritante y puede generar algún efecto secundario en ese sentido.
En este grupo también hay que hablar del resveratrol, que se define por ser un gran antioxidante, aparte de tener muy buenas propiedades para regenerar la piel. Para que la dermis se beneficie de sus particularidades, es necesario que este compuesto se incorpore al producto como resveratrol estabilizado y activo.
Y, finalmente, están los probióticos, nombre bajo el que en realidad se esconden unas bacterias, pero que son beneficiosas para la piel que la mejoran y restauran al regular la flora bacteriana y estabilizan los sistemas de defensa de la dermis. Y aquí igualmente hay que ser cautos en la cantidad para no conseguir el efecto contrario.