Tanto en verano como en invierno, la piel siempre debe cuidarse. Pero en ese día a día, muchas veces se cometen errores, que no son nada beneficiosos para la dermis, sino que más bien pueden desencadenar toda una fuente de problemas. Una situación que es fácil de evitar prestando tan solo un poco de atención.
Los consejos
Un gesto que es habitual no solo por desconocimiento, sino muchas veces por falta de tiempo, es no lavarse las manos antes de tocar la cara para aplicar los diferentes tratamientos que se hagan en ella. Es una acción sencilla y también fundamental porque en las manos hay millones de gérmenes que, si no se eliminan con el lavado, pasan a la piel del rostro, lo que puede redundar en poros más abiertos al acumular más suciedad, aparición de granitos…
A la hora de aplicar cremas, mascarillas…. siempre es muy importante utilizar una espátula para coger la crema y no contaminar los cosméticos con los gérmenes que puede haber en las manos. No obstante, aunque se hayan lavado, nunca es conveniente introducir el dedo o los dedos en los tarros y botes de cremas y cosméticos.
Además, se recomienda lavar bien con agua y jabón la espátula empleada después de cada uso para que no se acumulen bacterias y gérmenes en ella que pasen a la crema al volver a utilizarla.
Otro error muy común es extender la crema –sobre todo las de cuidado diario como la hidratante o nutritiva-, frotando la piel. Su aplicación debe hacerse sin mover la piel y con pequeños toques con las yemas de los dedos en el contorno de los ojos.
Para el resto del rostro, una adecuada extensión se hace poniendo un poco de crema en las palmas de las manos, previamente limpias, que se calienta frotando las palmas para luego posarlas con presiones suaves sobre los pómulos, el óvalo facial y el cuello.