En las tiendas y en cada marca de cosmética hay diferentes cremas, siendo cada una de ellas adecuada para un determinado tipo de piel. ¿Pero cómo puedo saber el tipo que tengo y el producto que más me conviene? Con unas claves podrás saberlo y elegir bien la hidratante que precisas.
Los tipos
Uno de los tipos es la piel seca. Esta se reconoce por el hecho de que la dermis está tirante, es opaca y está un poco áspera, además de hacerse arrugas fácilmente y tener los poros muy pequeños. En algunas ocasiones, puede producirse alguna descamación. En estos casos, lo más aconsejable es que emplees cremas hidratantes protectoras y nutritivas que aporten ingredientes grasos para mejorar su aspecto.
También nos podemos encontrar con la piel grasa, que es aquella que se caracteriza por tener brillo, un cierto tacto similar al del aceite y por los poros dilatados, aparte de ser habitual que haya presencia de puntos negros o de granos. Para esta dermis, los productos más adecuados son las hidratantes libres de aceites o bien que lleven una composición poco grasa.
Puede darse el caso de que se tenga la piel mixta, que es una dermis que combina piel seca con partes grasas, que se localizan en la frente, la nariz y la barbilla, áreas que son conocidas como la zona T. Para cuidarla, opta por combinar dos tipos de cremas. Una de ellas debe ser una emulsión ligera para la zona grasa, mientras para la piel seca tienes que utilizar las que son aptas para esa dermis.
La piel sensible se reconoce porque tiene rojeces, suele picar, se descama, está tirante y se altera muy fácilmente. Aquí no queda más remedio que usar las cremas hipoalergénicas que tengan propiedades calmantes y que no irriten.
Y, finalmente, está la piel normal que es la que menos problemas presenta y que se reconoce porque es una dermis equilibrada, lisa y luminosa. En general, no tiene problemas para utilizar cualquier crema y cosmético.