Uno de los problemas del acné son las marcas que deja sobre la piel. Afortunadamente, los tratamientos avanzan y se pueden conseguir buenos resultados con independencia del tipo de cicatrices que se tengan. El láser es una de las técnicas que mejores resultados ofrece y que más se emplea para conseguir una piel libre de esas imperfecciones. Y, sobre todo, está especialmente recomendado para las lesiones que son más profundas.
El tratamiento
Normalmente, las marcas del acné se tratan con láser porque este tipo de tratamientos presenta una serie de ventajas como que es menos invasivo que otros, también es más rápido, duele menos y los efectos secundarios son menores. Y, un punto importante, es que los resultados suelen ser más inmediatos.
Normalmente, este tratamiento suele funcionar para los diferentes tipos de acné y sus cicatrices, pero siempre es conveniente consultar con un especialista para que aconseje cuál es el más adecuado. No obstante, los láser no ablativos son los que más se están empleando en la actualidad por ser menos agresivos.
Dentro de los tratamientos con láser que hay se puede optar por el láser CO2, que es como una dermoabrasión. En este caso, la recuperación es un poco más lenta y hay un mayor riesgo de pigmentación.
Otra alternativa es el láser Fraxel, que hoy en día es uno de los más utilizados porque permite conseguir mejores resultados y no es tan agresivo. Aparte se puede emplear en todo tipo de piel de cualquier parte del cuerpo tanto de hombres como de mujeres y con independencia de la edad que se tenga.
Aunque la mejora se nota desde el primer día de tratamiento, en general, son precisas entre tres y cinco sesiones, que se realizan espaciadas, prolongándose el tratamiento completo durante algo más de un mes. Hay que tener claro que el resultado final suele verse a los seis meses. En cada sesión, que como máximo son de 60 minutos, no se necesita anestesia, sólo tópica, ni hospitalización, lo que también es un punto a favor.