Las mujeres modernas llevan un ritmo de vida frenético. Trabajo, familia, amigos, tareas domésticas, fiestas nocturnas, todo termina acaba pasando factura. Los largos días de trabajo y las escasas horas de sueño para reponernos pueden afectar notablemente el aspecto de nuestra piel. Por eso cada mañana, cuando suena el despertador, nos levantamos de la cama, vamos al baño a tomar una ducha y nos damos cuenta que tenemos una cara llena de pliegues causados por la presión contra la almohada durante el sueño.
Seguramente nos damos cuenta de que antes estas arrugas nocturnas desaparecían más rápidamente, pero a medida que pasan los años, estas marcas perduran durante más tiempo y son más difíciles de eliminar. Esto sucede porque nuestra piel empieza a presentar los primeros signos de deshidratación.
La hidratación es una parte fundamental de muchos de los procesos cutáneos naturales, ya que mantiene el buen funcionamiento de la piel y cuida de un buen aspecto. De ese modo, cuando la piel está hidratada ofrece un aspecto sano, radiante y una sensación suave y tersa al tacto. Además, es elástica y resistente y por ello, está protegida contra las arrugas provocadas por la sequedad.
Mientras que oor el contrario, si la piel deshidratada se muestra apagada y sin brillo, será menos resistente, lo que hace que se mantengan visibles las marcas y pliegues que se producen durante el sueño. Una mala hidratación cutánea puede desencadenar rápidamente el ciclo vicioso de la sequedad. El inicio de la deshidratación puede deberse a muchas causas, como el aire frío, la calefacción central, el aire acondicionado, una limpieza excesiva o incluso el estrés diario. Son un conjunto de factores que pueden dañar las funciones naturales encargadas de retener la hidratación cutánea y de contrarrestar los efectos del paso del tiempo.