En el momento en el que sustituimos el calzado de invierno por el de verano, recordamos que debemos cuidar nuestros pies, ya que van a estar mucho más visibles con las sandalias, las chanclas y los zapatos veraniegos de lo que lo han estado durante el invierno. Por ello, los ponemos a punto para, durante las vacaciones, lucir unos pies perfectos, pero nos vamos olvidando de ellos y cuando volvemos a casa de vacaciones comprobamos que tienen el mismo aspecto o peor que antes del verano.
El uso de las sandalias, la exposición de los pies al cloro, al agua del mar, al sol, elementos de los que el pie se encuentra normalmente resguardado, y someterlos a actividades que no solemos realizar en invierno hace que aparezcan roces, durezas y una gran sequedad, pudiendo llegar a formarse grietas, sobre todo en los talones. También nos pintamos las uñas más a menudo sin cuidarlas demasiado, con lo cual han ido adquiriendo un tono amarillento y perdiendo brillo.
Si queremos recuperar la belleza de nuestros pies, sólo tenemos que ponernos manos a la obra y en poco tiempo los tendremos tan bonitos y suaves como antes de las vacaciones:
– Si tus pies están muy resecos, presentan muchas durezas y marcas de roces provocados por el calzado veraniego, lo mejor es utilizar alguna de las muchas cremas que existen en el mercado formuladas con urea concentrada, para después, en seco y muy suavemente, utilizar una piedra pómez o una lima suave para eliminarlas.
– Diariamente, aplícate una crema que sea al tiempo nutritiva e hidratante y ponte unos calcetines de algodón, de forma que la piel pueda absorber la crema e hidratarse.
– Si te han salido manchas del sol en los pies, debes aplicar alguna crema despingmentante para eliminarlas, y no olvidarte de utilizar crema solar para evitar que las manchas empeoren.