La menopausia conlleva una serie de cambios hormonales que, además de dar lugar a los síntomas típicos de esta etapa, también producen cambios en la piel, especialmente una pérdida de elasticidad y una mayor deshidratación, volviéndose más reseca, perdiendo luminosidad y haciendo que las arrugas y las líneas de expresión sean más visibles, el tiempo que se vuelve más vulnerable al efecto del sol porque la pérdida de estrógenos la vuelve más fina.
Para combatir esto, es necesario proporcionar a nuestra piel una serie de cuidados específicos que la ayuden a mantener la elasticidad y la hidratación:
Lo primero que deberemos hacer es protegerla del sol, ya que las manchas provocadas por éste aparecen con mayor facilidad. Por ello, tanto en invierno como en verano es aconsejable utilizar cremas con factor de protección solar adecuado a nuestro fototipo de piel.
También es aconsejable exfoliar la piel periódicamente para eliminar las células muertas, permitiendo la regeneración de la piel. Si tenemos manchas o cicatrices del acné, podemos realizarnos un peeling suave para eliminarlas y rejuvenecer el rostro.
Otro cuidado indispensable es la hidratación. Para ello, deberemos utilizar cremas hidratantes, preferiblemente con cuidados antienvejecimiento, que van a mantener la piel humectada durante todo el día. Beber al menos dos litros de agua al día nos ayudará también a tener una piel hidratada y elástica.
Para las fumadoras, dejar de fumar o al menos limitar el número de cigarrillos diarios ayudará a que los cambios en la piel sean menos perceptibles, ayudando así a mantener la piel más oxigenada.
Si a cualquier edad desmaquillarse es importante, en la menopausia aún más, ya que nos ayudará a mantener los poros limpios, permitiendo a la piel respirar y absorber mejor los nutrientes de las cremas que utilicemos.