Hace unos días te comentábamos que la microdermabrasión es un excelente técnica para luchar contra el acné. Recuerda que te comentábamos que existían tres tipos diferentes. En la microdermabrasión con dióxido de microcristales de aluminio, la técnica que se utiliza es rociada sobre la piel. Estos cristales tienen una estructura fina y dura, como la arena. Cuando estas son “lanzadas” a la cara, la capa externa muerta de la piel se quita.
El segundo procedimiento es más novedoso. En este caso, el médico hace uso de un aparato que tiene la punta formada por pequeños diamantes y que actúan como exfoliante. El aparato se frota contra el área elegida y se va retirando la capa muerta de la epidermis. El tercer método se centra en el uso de una crema que se compone de pequeños cristales. La crema se debe aplicar a la piel, ya sea con las manos o una esponja.
Utilices el método que utilices, lo normal es que después tu piel quede algo rosácea, seca y tirante. Para evitar la sequedad, es recomendable la aplicación de una crema hidratante. Debido a que la capa de células muertas de la piel se consigue retirar, se pueden notar mejoras en las cicatrices del acné, además de en las arrugas y las líneas finas.
La microdermoabrasión mejora el flujo sanguíneo, y da a la piel un brillo saludable, también estimula el colágeno y la elastina. Otro de los beneficios del uso de la microdermabrasión, es que en el caso de ser utilizado como tratamiento contra el acné, consigue una mayor penetración de los productos que se utilizan para el tratamiento de este problema.