Muchas mujeres tienen la impresión de que para ser elegantes necesitan llevar un vestuario muy caro acompañado de unos zapatos igualmente caros y que de ellos depende la elegancia. Es indudable que el vestuario, los zapatos y los complementos pueden ayudarnos a ser más distinguidas, pero no debemos olvidar que la elegancia no tiene nada que ver con el precio de nuestro vestuario. Ser elegante es mucho más que vestir bien y no cabe duda que la elegancia es una tarjeta de presentación que nos puede abrir muchas puertas.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que para ser elegante no debemos dejar de ser nosotras mismas. Puede que tengamos que pulir ciertos rasgos como la forma de caminar o de llevar el bolso, pero el vestuario que elijamos, el maquillaje y toda nuestra imagen debe llevar nuestra esencia. De otro modo, no podremos ser elegantes.
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