Ya es conocido que hay diferentes tipos de celulitis en función de la fase en la que se encuentre. En algunas ocasiones, estos cúmulos de grasa pueden provocar dolor en las zonas corporales en las que aparece la piel de naranja y que suele ser bastante visible, puesto que el dolor es más habitual cuando la celulitis se encuentra en fase más avanzada. Normalmente, se genera al tocarse o bien al estar en determinadas posiciones. Unas molestias que pueden evitarse con una serie de consejos.
Las pautas
Como siempre que hay celulitis, aunque todavía se esté en una fase incipiente, lo mejor es aplicar algún tratamiento para mejorarla. El anticelulítico sigue siendo clave en estos casos también, siendo conveniente hacer dos aplicaciones al día, que deben coincidir con la noche y la mañana. Es mejor optar por las cremas o geles que son drenantes y que facilitan la circulación sanguínea.
Además, es muy importante hacer ejercicio, aunque sea moderado. Por ejemplo, son ideales caminar, nadar o simplemente subir un buen tramo de escaleras. Sea cual sea la opción elegida, lo importante es estar en movimiento y decir adiós a la vida sedentaria.
Tampoco hay que olvidarse de prescindir de la ropa que es muy ajustada porque dificulta la circulación, lo que ayuda a que aparezca más celulitis, aparte de que puede ser una de las causas del dolor porque la piel de esa zona está muy sensible.
De gran ayuda es el agua. Hay que beber entre 1,5 litros y dos litros al día y tratar de evitar la retención de líquidos. Pero, además, cuando se esté en la ducha, se debe aprovechar el momento para dar chorros de agua fría sobre la zona en sentido ascendente para activar la circulación sanguínea.
También son útiles los masajes para movilizar toda la zona y ayudar a que se reduzcan las grasas y se active la circulación. Para ello puedes utilizar el romero porque tiene propiedades que favorecen el retorno venoso.
Y, si te gusta tomar infusiones, una buena opción es tomarlas de ulmaria, que también es conocida como la reina de los prados. La clave está en que ayuda a reducir la inflamación y, por lo tanto, el dolor, además de ser muy diurética favoreciendo así la eliminación de líquidos que se retengan. Pero tampoco hay que abusar. Una taza al día es más que suficiente.