La parte interna de los muslos es una de las zonas en las que es habitual que se acumule también celulitis y haya flacidez. Un aspecto que se nota más en el verano al tener que lucir el bikini y el bañador y también llevar shorts, entre otras prendas de vestir que dejan al descubierto o entrever esta parte del cuerpo. En estos casos, aunque hay tratamientos específicos, lo mejor es hacer ejercicio para ganar firmeza en la zona. Con dos que hagas es más que suficiente. Aquí te proponemos dos muy efectivos.
Los ejercicios
Para realizar uno de los ejercicios necesitaremos una silla con respaldo como las que se pueden tener en el salón del hogar. Una vez la tenemos, hay que ponerse frente a ella, de manera que el respaldo quede frente al cuerpo porque hay que poner las dos manos sobre su zona alta. Una vez se está en esa posición, el siguiente paso es flexionar ligeramente las piernas.
Desde esa postura inicial, hay que comenzar el movimiento. En concreto, se doblan las dos piernas y se baja lentamente el cuerpo hasta que los muslos queden en paralelo al suelo. Tras aguantar unos segundos en esa posición, lentamente y haciendo una contracción de los músculos, se debe volver a la postura inicial para, luego, comenzar de nuevo a doblar las piernas. Para que se noten resultados, es conveniente hacer tres series de este ejercicio con diez repeticiones lentas en cada una de ellas, al menos, tres días a la semana.
Otro de los ejercicios consiste en ponerse de pie con las piernas abiertas. Desde ahí, se tiene que pasar el peso de todo el cuerpo a la pierna izquierda, mientras se mantiene su rodilla flexionada y la pierna derecha permanece estirada.
A continuación, se tiene que sujetar una mancuerna con cada mano, dejando los brazos que caigan rectos hacia el suelo y manteniendo también recto el cuerpo, cuello y cabeza. Desde esta postura, hay que elevar de forma lenta las manos a la altura de los hombros, flexionando los brazos y con el tronco ligeramente inclinado hacia adelante. Los brazos tienen que volver a su posición para volverlos a flexionar, mientras la posición de las piernas permanece igual.
Tras haber realizado cinco veces este ejercicio, hay que cambiar de pierna, de manera que el peso quede en la derecha con su rodilla flexionada y la pierna izquierda permanezca estirada.
Aunque parezca que con este último ejercicio se trabaja el brazo –que también se hace-, la clave está en que se trabaja la musculatura de las piernas al tener que mantener sin moverse la posición.