Celulitis

Aunque la celulitis tiene un componente genético, se pueden dar unos pasos para combatirla. La aplicación de cremas anticelulíticas con ingredientes drenantes y reductores como el abedul, la cafeína o la hiedra son una buena opción.

Para conseguir resultados, hay que ser constate y aplicar la crema por la mañana y por la noche, dando un masaje suave por la zona que permita además activar la circulación sanguínea.

Las mujeres que tengan un problema más serio pueden recurrir a los tratamientos en cabina. Se obtienen buenos resultados con las ondas de choque, los ultrasonidos y la carboxiterapia o infiltraciones de CO2.

Grasas en la cadera

La cadera es una de las zonas en las que es habitual que se acumule la grasa, sobre todo, a partir de los 40 años por los cambios hormonales. Además, suele ser más costoso y difícil eliminarla.

Las cremas son de ayuda. Entre las mejores opciones están las que incorporen varios activos quemagrasa. Por ejemplo, los resultados suelen ser muy buenos con aquellas que combinan cafeína y carnitina. La nutricosmética es otro buen aliado. En este caso, el chitosán o el guaraná ayudan a destruir la grasa antes de que se almacene en las caderas.

Y, si se tiene que recurrir a tratamientos, una buena opción es el LPG Endermologie, que moviliza las células grasas con estimulación mecánica. La eliminación es por la orina.

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La etiqueta, clave

Las etiquetas o datos que figuren en el envase o caja de la crema reductora son fundamentales para hacer una buena elección. En ellas, figuran todos los componentes que se han utilizado –no todos son igual de efectivos según el problema-, y se indica cómo actúan.

En general, las cremas reductoras tienen efecto frío o calor. Es un aspecto importante porque no siempre gusta esta sensación. Además, si se tienen problemas de circulación en las piernas, puede no ser conveniente elegir las de efecto calor.

Grasa rebelde

Si el problema es la grasa rebelde, la mejor crema reductora es la que lleva cafeína y L-carnitina porque actúan como potentes rompegrasas, sobre todo, cuando se trata de acabar con ella en la zona del abdomen. La clave está a que ayudan que la grasa se transforme en energía y, por lo tanto, se queme de manera más fácil.

Grasa y flacidez

Cuando el problema que se quiere atajar es la acumulación de grasa, pero también hay flacidez, lo más recomendable es emplear cremas reductoras con activos como la cafeína, té o strong>algas, aparte de incluir otros ingredientes para reafirmar como el silicio, la vitamina E o la centella asiática.

Retención

Si a estos problemas de grasa y/o flacidez, se suma el de las retenciones de líquidos, la solución pasa por cremas reductoras que tengan los quemagrasas de los que ya hemos hablado, pero que también incorporen ginseng, mentol, cola de caballo o hiedra para favorecer a eliminación de líquidos.

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Cadera

La elevación de cadera con pierna es uno de los ejercicios más fáciles para trabajar el core. Se realiza tumbándose con la espalda bien apoyada en el suelo y doblando las piernas por las rodillas para elevar, luego, una pierna hasta la altura de la cadera, mientras la otra permanece doblada y con la planta del pie bien apoyada.

Desde esa posición, hay que llevar los hombros hacia atrás sin levantarlos del suelo y hacia abajo para que estén lejos de las orejas. Desde ahí, se eleva la cadera contrayendo glúteos y abdominales, de manera que se crea una línea entre hombros, cadera y rodilla.

V

Otro de los ejercicios se denomina “V” porque consiste en tener esta postura. Para ello, hay que sentarse en el suelo y llevar el peso ligeramente hacia atrás, mientras se mantiene la espalda erguida.

A continuación, se busca un punto de equilibrio y se levantan los pies del suelo con las piernas bien estiradas. En el caso de no poder estirar las piernas del todo, es mejor mantener esta postura, pero con las rodillas dobladas.

Tijeras

Este ejercicio es uno de los más fáciles de hacer y seguramente lo habrá realizado en más de una ocasión e, incluso, en el gimnasio porque es un habitual de las clases de mantenimiento.

Consiste en tumbarse con la espalda y todo el cuerpo bien apoyado sobre el suelo. Desde esa posición, se eleva una pierna hacia el techo manteniendo la espalda bien apoyada y alargando la otra pierna alineada con el suelo, mientras la otra está elevada y recta. Es importante mantener el tronco estable sin arquear la zona lumbar. Luego se cambia la posición de las piernas de forma rítmica como si fuéramos unas tijeras.

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