Con el paso del tiempo, el rostro va perdiendo firmeza y comienzan a aparecer los primeros síntomas de la flacidez, que sobre todo, se deja sentir en la zona de las mejillas. Este problema se puede solucionar sin tener que pasar por el quirófano, o bien retrasarlo, ni tener que hacerse tratamientos específicos, al menos, al principio. Solo hay que hacer un uso adecuado del colorete.
Los trucos
El blush es de gran utilidad para tratar de disimular esa primera flacidez que empieza a observarse en el rostro. Simplemente, hay que seguir una técnica específica de aplicación y elegir dos tonos de colorete, uno más claro y otro más oscuro, que nos favorezcan y que tengan un cierto toque rosado e irisado porque tienden a hacer más joven. También se pueden seguir estos consejos con otros tonos como el naranja o los marrones. La clave está en estar favorecida y en que quede natural, no teniendo que optar por los tonos más oscuros.
Tras esta elección, hay que comenzar con la aplicación del colorete. El primer paso es localizar dónde está el hueso del pómulo. En aquellas mujeres en las que sea difícil determinarlo, lo mejor es hacer un gesto similar a como si se estuviera bebiendo un refresco con una pajita.
A continuación hay que coger el tono más oscuro del colorete y extenderlo por toda esa zona del hueso, teniendo que hacer la aplicación de arriba a abajo. Después, hay que difuminar bien el color para que no se note el contraste y se aprecie como un ligero rubor.
El siguiente paso es coger el tono de colorete más claro y aplicarlo en el extremo del hueso, que está situado en la zona más cercana del contorno de ojos. De este modo, se consigue aportar un toque extra de luminosidad.
Finalmente, hay que seguir con este color más claro de blush para volver a la zona del hueso del pómulo y extender el colorete hacia la sien, sin aplicar mucho producto para incrementar esa sensación de mejillas más elevadas y tersas.