Limpiadores faciales: ¿cuál es mejor?

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La limpieza facial es una rutina de belleza que es imprescindible para toda mujer para eliminar impurezas, retirar el maquillaje y lucir una piel del rostro más luminosa y uniforme. Una limpieza que puede hacerse con múltiples productos que hay en el mercado. Cada uno de ellos tiene una serie de particularidades, que los hace idóneos para un tipo de piel determinado o bien para situaciones determinadas.

Agua micelar

El agua micelar es uno de los últimos productos que se ha lanzado al mercado. La verdad es que es bastante cómoda de utilizar y también es muy práctica porque, con un solo producto y gesto, se limpia la piel. Además, es posible utilizarla para desmaquillar ojos y labios. Aparte, tiene otras ventajas: tonifica e hidrata la dermis.

Productos bifásicos

Los limpiadores bifásicos son aquellos que tienen dos colores o dos partes. Una de ellas es acuosa y la otra es oleosa. Su uso está indicado para los ojos y labios por ser zonas más sensibles, siendo posible hacer la limpieza aunque se empleen cosméticos que son resistentes al agua.

Geles y espumas

Los limpiadores también pueden encontrarse en el mercado en forma de gel o de espuma. En este caso, es un producto que está especialmente indicado para las pieles mixtas y grasas porque suelen contener sustancias que son astringentes para matificar el cutis.

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Aceites desmaquillantes

Los aceites desmaquillantes, por el contrario, están indicados para las pieles más secas porque son productos que respetan mucho el pH de la piel, ayudando a evitar problemas habituales de este tipo de cutis como puede ser la sequedad o esa sensación que se tiene a veces de que la piel tira.

Leche limpiadora

La leche limpiadora es el producto clásico para limpiar la piel. Este producto está indicado para todo tipo de pieles –cuidado con las mixtas o grasas-, porque está disponible en distintas formulaciones.

Este producto tiene la ventaja de que también hidrata la piel, aunque presenta el inconveniente de que la limpieza es más trabajosa porque hay que realizarla en dos fases. En primer lugar, extender el producto para, luego, retirarlo con la ayuda de un algodón. Además, siempre después es recomendable emplear un tónico facial para que el pH quede equilibrado.

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