La piel sensible requiere siempre de una serie de cuidados específicos ya sea invierno o verano. Y es que es una dermis muy delicada en la que es habitual que aparezca enrojecimiento, descamación, sequedad e, incluso, picor. Son síntomas que pueden aliviarse si se le proporcionan las atenciones necesarias.
Cuidados clave
Los cuidados para una piel sensible deben ir dirigidos a paliar los problemas y síntomas que se tengan ya sea la sequedad o el picor, entre otros de los que hemos comentado anteriormente.
De hecho, lo fundamental en una piel sensible es no aumentar más su sensibilidad y las posibles irritaciones. Para ello, siempre hay que emplear productos que sean específicos para este tipo de dermis, siendo conveniente que se indique que son para pieles sensibles o irritadas.
Por ejemplo, buenas opciones son las aguas termales, los aceites de argán o las cremas que incorporan caléndula y árbol del té porque ayudan a prevenir y reducir las reacciones cutáneas.
Pero, aparte, las cremas deben ser hipoalergénicas para que no irriten ni produzcan alergias y no comedogénicas para que no se produzca ninguna obstrucción de los poros de la piel.
Y, a la hora de maquillarlas, lo mejor es emplear cosméticos para pieles intolerantes y que no incorporen conservantes químicos ni perfumes. Para la eliminación, siempre hay que optar por los desmaquillantes que se retiran sin agua como, por ejemplo, el agua micelar que, además, es un excelente sustitutivo del tónico en estos casos.
Prohibiciones
Por supuesto, siempre se deben evitar todos aquellos productos que ya se han utilizado y que ha producido algún tipo de reacción o de irritación, además de cuidar la piel de todos los agentes externos que favorecen su sensibilidad.
Así, siempre hay que protegerla del frío o del calor –según su nivel de tolerancia-, pero también del estrés, que no es nada beneficioso para estos casos. Una cuidada alimentación basada en frutas y verduras es también ideal para ayudar a mantener la piel sensible en perfecto estado.
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